4 de marzo de 2017

Renacimiento de la industria azucarera en Puerto Rico: 1780-1823

El cultivo de la caña en Puerto Rico se remonta al 1523 cuando se fundó nuestra primera hacienda, llamada San Juan de las Palmas, en la costa oeste de la isla. Durante el siglo 16 llegó a haber 11 haciendas en la isla pero para el siglo 17 muchas habían desaparecido. La producción azucarera en este período se limitó a guarapo y melao para uso local especialmente para la producción de aguardiente. El desarrollo de la tecnología y el proceso de extracción del azúcar durante ese primer período lo puedes encontrar en la primera parte de esta serie 1.

A finales del siglo 18 Puerto Rico experimenta un renacimiento en la industria azucarera motivada por las compras del recién independizado Estados Unidos y ante la crisis de Haití, el principal exportador de la época. En este segundo articulo de la serie compartimos un resumen de la evolución tecnológica de este período.

1780-1812:  Mejora la tecnología, baja la calidad

La fabricación de azúcar renació en Puerto Rico a partir del 1780, cuando surgió un aumento en el precio mundial por la escasez de azúcar como consecuencia de problemas políticos y sociales en sus principales productores. Algunos comercios locales y de Santo Tomás concedían préstamos para establecer haciendas en Puerto Rico. Como casi no quedaban en la isla personas que conocieran bien la fabricación del azúcar y tuviera la confianza de esos comerciantes, casi todos los que fundaron haciendas entonces fueron extranjeros, desde españoles hasta irlandeses.

Durante el siglo 19 se fue dejando de fabricar azúcar blanca en panes para producir el azúcar llamado mascabado o moscabado, el cual era inferior en calidad, precio y apariencia a la masa de granos oscuros de la punta del "pan". Este tenía el costo mínimo que preferían pagar las refinerías azucareras de Estados Unidos.


*Presiona las letras sobre el dibujo para mas detalles sobre el proceso.
Punto 1 Punto 2 Punto 3 Punto 4 Punto 5

El "tren jamaiquino" y otras mejoras

Tren jamaiquino (B) era el nombre dado al gran fogón de ladrillo en el cual se llevaba a cabo el proceso de evaporación. Este tenía cuatro pailas en línea y estaba conectado a una chimenea (C). La succión generada por esta permitía que pudiera emplearse el bagazo secado al sol como único combustible. Este se almacenaba en estructuras abiertas llamadas bagaceras (E). Gracias a este adelanto, no fue necesario seguir buscando leña, cada vez más escasa y más lejos de las haciendas. Se cree que el primer tren de este tipo en la isla fue instalado por un irlandés en su Hacienda San Patricio de Guaynabo. Mas detalles sobre el tren jamaiquino en el tercer articulo de esta serie.< https://redescubriendoapuertorico.blogspot.com/2017/04/tren-jamaiquino-puerto-rico.html >

El guarapo se trasegaba de una a otra paila según la evaporación lo iba haciendo más espeso. Las pailas, ahora de hierro, iban disminuyendo en tamaño ya que el volumen de líquido se reducía según progresaba la evaporación. El aparato tenía su único fuego en el extremo opuesto a la chimenea. En la paila más grande y alejada del fuego se purificaba el guarapo sacando la cachaza. En la paila más pequeña y cercana al fuego, llamada tacho, el melao se espesaba hasta alcanzar el punto de azúcar.

También se sustituyó las jarras por enfriaderas, unos tanques llanos, de madera o ladrillo, en los cuales se vertía la masa hirviente del tacho para batirla mientras se enfriaba (D). Esta técnica aumentó la producción al lograr que se formara más azúcar.
La purga en bocoyes para obtener azúcar mascabado

La mezcla de azúcar y melaza proveniente de las enfriaderas se colocaba en grandes barriles llamados bocoyes. Estos tenían fondos perforados que dejaban gotear o purgar la melaza. Una vez dejaba de gotear, los bocoyes se tapaban por ambos extremos y se les usaba como envase para la exportación.

Los molinos de viento

Algunas haciendas ubicadas en áreas de vientos constantes, tales como Guayama y Arroyo, construyeron molinos de caña (F) que aprovechaban la fuerza del viento. Dentro de la torre de piedra y ladrillo que aguantaba las aspas, había un molino parecido a los de bueyes (G). Además hubo al menos en Bayamón, Barceloneta y Cabo Rojo, pero siempre cerca de la costa. Presiona en las letras del dibujo para mas detalles sobre los molinos de viento.

Punto 6 Punto 7 Punto 8

Los molinos de viento se fueron dejando de usar poco a poco en Puerto Rico porque había que parar de moler cada vez el viento no era suficiente. En San Tomás, Santa Cruz y otras islas pequeñas del Caribe se siguieron usando porque esas no tenían ríos para mover ruedas hidráulicas ni pastos suficientes para sostener bueyes para moler.

1812-1823: Haciendas se extienden por la isla: auge de la esclavitud

La producción de azúcar se extendió después de que en el 1812 España autorizó la exportación desde Mayagüez, Ponce, Arecibo y otros puertos además de San Juan. El costo de llevar el azúcar a San Juan en barcos costeros y almacenarla para hasta que hubiera un barco disponible había sido el mayor obstáculo para la industria. La demanda subsiguiente por mano de obra impulsó un aumento en la importación de esclavos. Muchachos y muchachas con edades de entre 12 y 16 años eran secuestrados en África, vendidos en mercados públicos y obligados a trabajar doce y catorce horas al día por el resto de sus vidas. No podían formar familias; sus hijos también nacían esclavos y no pertenecían a sus padres sino al dueño de la madre.

Esclavos trabajando en una hacienda azucarera
Fuente desconocida.
Aunque se prohibió en Europa, la esclavitud se continuó en América limitada a personas de raza negra por la insistencia de los dueños de haciendas, los comerciantes y los gobernantes coloniales. Se decía que no había suficientes habitantes para trabajar en las haciendas y lograr la prosperidad que convenía al país colonizador, que el negro era poco más que un mono y nacía para trabajar. Esa fue la raíz del prejuicio racial. Estas condiciones causaron múltiples conspiraciones, fugas y rebeliones de esclavos, así como el apoyo solidario de abolicionistas y separatistas como Ruiz Belvis, Betances y los revolucionarios del Grito de Lares.

Aunque hasta la abolición de la esclavitud en Puerto Rico en 1873, los esclavos eran un porciento relativamente pequeño de la población comparado con otros puntos del Caribe, éstos constituían la mayor parte de la fuerza de trabajo de las haciendas azucareras.

Los dibujos, el texto y este pequeño proyecto

Con el apoyo del Museo Castillo Serrallés en su ardua misión educativa, se produjeron hace unos años una serie de dibujos en tinta china que recrean las tecnologías azucareras de los ingenios puertorriqueños en distintas épocas y el escrito que les acompaña producido por el Dr. Luis Pumarada O'Neill. La talentosa artista Elena Montijo produjo los dibujos bajo la tutela técnica-histórica del Dr. Pumarada y la artística de su entonces profesor en la Escuela de Artes Plásticas, Juan Alvarez O'Neill. En enero del 2017 el Dr. Pumarada me propuso el reto de crear algo interactivo y accesible basado en los dibujos. Esta proyecto intenta darle una nueva dimensión al trabajo añadiéndole un elemento de interactividad.


El molino contaba con tres mazas verticales en las cuales se introducía la caña para exprimirla y sacarle el guarapo. El rodillo o maza central recibe la fuerza motriz de parte de los bueyes a través de un eje vertical, y se la transmite a las otras dos mazas por medio de ruedas con dientes llamados engranajes. A fines del siglo las mazas se enchapaban con hierro para mejorar la extracción, puesto que la madera humedecida perdía dureza disminuyendo la capacidad de exprimir. A los bueyes tenía que puyárseles continuamente para que se mantuvieran dando vueltas. Esa tarea generalmente la hacían niños esclavos. Foto de un trapiche moderno en Bolivia por Luis Pumarada.

El proceso de evaporación del guarapo se llevaba a cabo en un gran fogón hecho de ladrillos. La estructura contaba con cuatro pailas colocadas en linea. El guarapo se trasegaba de una a otra paila según la evaporación lo iba haciendo más espeso. Las pailas, ahora de hierro, iban disminuyendo en tamaño ya que el volumen de líquido se reducía según progresaba la evaporación. El aparato tenía su único fuego en el extremo opuesto a la chimenea. En la paila más grande y alejada del fuego se purificaba el guarapo sacando la cachaza. En la paila más pequeña y cercana al fuego, llamada tacho, el melao se espesaba hasta alcanzar el punto de azúcar. Foto de un tren jamaiquino en los Andes venezolanos por Luis Pumarada.
El calor y el humo proveniente del tren jamaiquino subía por una chimenea de ladrillos por lo general de planta cuadrada de unos 15-25 pies de alto. La tendencia del aire caliente a subir en el espacio cerrado de la chimenea crea una succión que introduce una corriente de aire en la hornalla del tren, sin la cual el bagazo no quemaría. Gracias a este adelanto, no fue necesario seguir tumbando árboles y buscando leña, cada vez más escasa y más lejos de las haciendas
El liquido proveniente del tacho se vertía en unos tanques de 3x6 pies y unos 10 a 20 pulgadas de profundidad en donde se batía el liquido hasta enfriarse. El mayor tamaño de estos recipientes permitía un enfriamiento más lento que favorecía la formación de granos más grandes. Al enfriarse por completo, esta mezcla de granos con melaza llamada masacocida se tornaba tan dura que había que usar una pala para pasarla a los recipientes en que se fuera a efectuar el proceso de separación de miel o purga.
El bagazo secado al sol se almacenaba bajo techo en una estructura sin paredes llamada bagacera.

El molino de viento constaba de una torre construida en piedra con un mecanismo en la parte superior que permitía transferir la fuerza capturada por las aspas de viento al trapiche ubicado en la base de la estructura. Los molinos de viento se fueron dejando de usar poco a poco en Puerto Rico porque había que parar de moler cada vez el viento no era suficiente. En San Tomás, Santa Cruz y otras islas pequeñas del Caribe se siguieron usando porque esas tenían pocos ríos capaces de mover ruedas hidráulicas ni pastos suficientes para sostener decenas de bueyes para moler. Foto de los remanentes de un molino de viento en la hacienda Vives en Guayama por Héctor Ruiz.
Dentro de la torre había un molino de tres mazas parecido al de los trapiches de bueyes. La rotación de las aspas se transmitía a la maza central por engranajes y un eje vertical largo.
El guarapo extraído en el molino bajaba por gravedad a la casa de pailas en donde se procesaba en un tren jamaiquino como descrito anteriormente.